Alexis Candelario, el que nunca fue profeta en su tierra

Santo Domingo, 16 noviembre 2015.- “Nadie es profeta en su tierra”, pregonan las lenguas populares. Si por vueltas del destino alguien decide contar la historia de Alexis Candelario, probablemente tenga el refrán como primera opción para describir la vida del quisqueyano.

Es casi inconcebible que el oriundo de Santo Domingo jamás haya lanzado como profesional en la Liga Dominicana de Beisbol y hoy sea uno de los serpentineros más dominantes de la temporada 2015-2016 del circuito venezolano.

Tan solo ha permitido tres carreras en 26 innings de labor con Tiburones de La Guaira. Los números arrojan una efectividad de 1.03, que es la segunda mejor de la liga. Candelario solo es superado por el loable guarismo de Patrick Johnson (0.47), militante de Caribes de Anzoátegui.

“En Dominicana nunca me dieron la oportunidad”, dice el monticulista sin muestras de rencores, mientras está parado a las orillas del dugout escualo. “Pero gracias a Dios he adquirido experiencia en Nicaragua, Italia, México, etc...”.

No oculta que Venezuela es el circuito de mayor nivel en el que ha jugado. Es aquí donde siente que por fin está cumpliendo el sueño de triunfar en el mundo de los diamantes y almohadillas. “Fíjate que en este beisbol, a los 33 años que tengo, es lo más cerca que he estado de Grandes Ligas”, sonríe, pues le emociona la idea de enfrentar a los bateadores ligamayoristas que se desempeñan en la pelota local.

No siempre el beisbol organizado estuvo alejado de Candelario. Firmó con Padres de San Diego y jugó en diversas sucursales menores desde 2002 a 2005. Sin embargo, no cumplió con lo que buscaban los patriarcas.

“Desde 2006 estoy dando tumbos por ligas del mundo”, relata el derecho. “Once años en busca de una buena oportunidad y por fin ha llegado”.

El ojo clínico del utility César Suárez es el motivo de que Candelario haya firmado con La Guaira. Ambos se conocieron en la pelota italiana. El tirador pertenecía al Rimini. “Siempre he dicho que no importa la liga en que estés. Si tú eres profesional y serio en tu trabajo, siempre va a existir alguien que te ve talento para que ayudes a un equipo en un nivel más avanzado”, reflexiona.

Más corazón que brazo

La humildad se apodera de Candelario. Es algo común en aquellos peloteros que nunca han recibido las ansiadas oportunidades para triunfar y fueron relegados en todos los lugares que se presentaron.

Cuando es interpelado sobre su secreto para sacar outs a los difíciles bateadores de la liga venezolana, no le da crédito a sus lanzamientos. Tampoco menciona los mañosos movimientos, ni siquiera al control que ha mostrado sobre sus envíos. “Es el corazón que yo tengo para jugar beisbol”, explica sin dudar. “Yo sé que tal vez no tengo las millas, ni tampoco un gran currículum, pero tengo un corazón que no me cabe en el pecho”.

No existe necesidad de recordarle que no tiene grandes antecedentes. Él lo sabe. Pero tiene un método para equipararse con reputados compañeros y rivales. “Estoy consciente de todo eso, entonces tengo que dar el doble de lo que muestran los demás peloteros y así enseñar que yo puedo sacar out en este nivel”, comenta el residente de la ciudad de Tampa (Florida), en donde dejó a su esposa e hijos. “Debido a esos viajes los he sacrificado mucho, pero los veo siempre que tengo unas vacaciones”.

Venezuela representa un medio para retomar el sueño de ser grandeliga, ese que se apodera del alma de todo beisbolista. “Yo solo dejaré de jugar cuando se me quite el deseo de volver a firmar y llegar por fin a Grandes Ligas”, manifiesta sin dejar en el olvido al “pelotero preferido de todos los tiempos: Pedro Martínez”.

“Me gustaría volver a saludar a Martínez. Yo lo admiro mucho y la última vez que hablé con él fue hace diez años. De verdad me gustaría de nuevo estrechar su mano”, culmina.

Candelario agradece que se le haya tomado en cuenta para hablar y se retira al clubhouse. Tal vez al ver sus números, y si continúa dando muestras de su impensado dominio, se dará cuenta que los periodistas lo abordarán con frecuencia. Sus agradecimientos se incrementarán sin duda.

Por: Andriw Sánchez Ruiz

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